A pesar de la Pandemia por COVID-19, la Secretaría de Turismo declara lista a la Ciudad de México para recibir turistas esta semana santa.

Así lo confirmó la Secretaría de Turismo de la Capital, que añadió que en este periodo se hospedarán en hoteles de la ciudad más de 450 mil personas, a las que se sumará una cantidad similar que se alojará en casas de amigos y familiares; además, otras 50 mil personas encontrarán hospedaje a través de distintas plataformas tecnológicas.

Sin embargo, en estas vacaciones hay que seguir manteniendo la sana distancia y precauciones ante el virus SAR-COV II, una opción segura para visitar es el barrio de la Romita, la cual se localiza a una cuadra del Eje Cuauhtémoc, por la calle Real de Romita, pasando la de Puebla, y a tres cuadras de la avenida Chapultepec en la Colonia Roma.

Esta pequeña plaza adoquinada, acompañada de árboles frondosos y una sencilla fuente circular al centro, pareciera haberse salvado de la urbanización de la Ciudad, es un rincón perdido que nos entrega un ambiente de paz y tranquilidad, como si llegara al centro de un pueblito.

Este lugar fue un islote muy cercano a Tenochtitlan, y corazón del pueblo prehispánico de Aztacalco vocablo náhuatl que significa «en la casa de las garzas». Cuenta la tradición que en tiempos de la colonia, los ladrones de Tepito eran ahorcados aquí en uno de los cuatro enormes ahuehuetes que tenía entonces, evento que después se convertiría en una celebración popular a finales del siglo XIX y principios del XX, donde sus pobladores representaban con gran estruendo y algarabía.

El nombre de Romita se debe a que uno de los caminos más cercanos al pueblo, el de Chapultepec, se parecía por su gran arbolado a otro similar en la ciudad de Roma, Italia, y por asociación le pusieron así, mote que aparece en documentos del Ayuntamiento desde 1752.

Hoy, el área ya no es pobre o peligrosa, pero sus calles son más estrechas que el resto de Colonia Roma y sus residentes todavía se consideran distintos.

La plaza adoquinada tiene una fuente en el centro, una iglesia pequeña (como una ermita oscura) y algunas casas viejas y de una sola planta –ya en peligro de extinción en esta ciudad–.

El aire es de otros tiempos: los autos no pasan por casualidad, y ni el silencio o los modos de la gente corresponden a los de la Roma. Los vecinos todavía se conocen, y los negocios son pocos y locales. Hay una pollería que atiende en la banqueta frente a la plaza.

Su fachada dice Los Olvidados, porque este lugar fue locación para algunas escenas de la película de Buñuel. Además en una de las esquinas se encuentra un huerto urbano “La Romita”, donde podrás aprender mucho de agricultura y plantas.

Si nos visitas de provincia o simplemente quieres salir un poco de la rutina, puedes acudir a esta plaza y darte un paseo al aire libre, aunque recuerda siempre con tapabocas y tomando tus medidas de seguridad para evitar mayores contagios por el Covid-19.

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