Si tomas el metro de la línea azul o el metrobús de Insurgentes puedes llegar fácilmente a la colonia Santa María la Ribera, pero hace siglo y medio, a finales del XIX, se consideraba que estaba en “las afueras” de la ciudad y visitarla se convertía en una gran travesía.

En ese tiempo, allí se hallaba la Hacienda de la Teja, un enorme Rancho ubicado al norte de lo que hoy conocemos como calzada de San Cosme. A partir de 1861, la Hacienda se dividió para construir el primer fraccionamiento moderno de la Ciudad de México.

Aún puedes caminar por sus calles y disfrutar de las elegantes casas, que dan un toque distintivo a la colonia, y que evocan el estilo francés que alimentó el entonces presidente Porfirio Díaz. Recordarás que el mandatario tenía una firma convicción de darle estilo europeo a la gran capital y de allí toda la riqueza arquitectónica del Centro Histórico. Éste estilo rebaso los límites y llegó a las colonias “de descanso” creadas en la época, como la Roma, Condesa, Juárez, Cuauhtémoc y, por supuesto Santa Ma. La Ribera.

Date una vuelta por esta majestuosa colonia, claro, con tus debidas precauciones para evitar contagios. Es un paseo abierto que puedes disfrutar en compañía de tu gente.

Camina por sus calles emblemáticas de Naranjo, Frenos, Nogal, Sor Juana y, por supuesto, Santa María la Ribera, la cual te lleva directo al Maravilloso Kiosko del Morisco.

Si haces este paseo no olvides visitar la Casa de los Mascarones, el Museo del Chopo y el Museo de Geología de la UNAM.

Además, puedes hacer el recorrido por sus templos e iglesias, de las que resalta el Templo de los Josefinos, el cual hace honor al estilo arabesco que ya engalana al kiosko de la Alameda Norte. ¡No te pierdas este gran viaje por el tiempo!, ¡Ven a caminar a la Sta. María y cuéntanos la experiencia!

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