Porque las penas con pan son menos. Vamos a disfrutar de esta temporada con un rico panecito y que mejor que una concha que es un pan tradicional en todo el país, pero en la Ciudad de México se consume masivamente ya sea chopeadita en leche o chocolate, con un vaso de atole o simplemente solita.
Las conchas son tan versátiles que las hay de chocolate, vainilla, fresa o de sabores más exóticos como de matcha, piloncillo, jamaica y hasta de arcoíris. Pero no solo eso, también puede ser rellenada de mermelada, nata, cajeta incluso frijoles.
Su historia se remonta a los tiempos pre-coloniales. Después de la conquista, los europeos crearon panaderías y pastelerías a lo largo del territorio mexicano que fueron bien adoptadas por los indígenas. De hecho, se cree que comenzaron a disfrutar del pan cuando panaderos españoles comenzaron a endulzar los panes estilo europeo con piloncillo.
Después en el S.XVII, panaderos franceses comenzaron a llegar a México y trajeron sus recetas de pan brioche (masa dulce hecha de harina de trigo, levadura, sal, azúcar, leche o agua, huevos y mantequilla). Esta receta de pan es probablemente el origen de las conchas mexicana. Eventualmente comenzaron a experimentar con ingredientes de la región, por ejemplo, cambiaron la mantequilla por manteca de cerdo. Así comenzó la combinación de sabores hasta que se creó la concha que conocemos actualmente.
Así es como las conchas llevan arraigadas a nuestra cocina mexicana desde tiempos ancestrales y llevan este nombre porque su forma se asemeja a las conchas marinas, aunque también es conocida como pan de huevo.
Ya sea una manteconcha, una dona concha o una conchavirus, los chilangos disfrutan de las decenas de variedades de este rico pan que es el preferido de los capitalinos y que según el Diario “El Universal” se consume por lo menos en la época contemporánea desde 1964, en la Pastelería La Ideal que se encuentra en el centro histórico, donde el maestro panadero Don Apolonio Cruz las ha horneado desde esa fecha.
Foto cortesia de kiwilimón