Con información del Sol de México.

Previo a la pandemia era común que las y los capitalinos disfrutaran parte de sus tardes en una cantina, sí aquellos establecimientos que tienen la preferencia de mucha gente pues pides una bebida y te dan un tiempo de  comida a elegir.

Pues un año y dos meses después de declarada la emergencia sanitaria al menos tres cantinas representativas del Centro Histórico de la Ciudad de México cerraron sus puertas, ya que no pudieron sobrevivir luego de los  confinamientos.

El Salón Luz, ubicado en la esquina de Venustiano Carranza y Gante; La Vaquita, en el cruce de Isabela La Católica y Mesones; y La India, en República de El Salvador y Bolívar, son los tres negocios de ese tipo que ya tienen sus cortinas abajo y en los dos primeros casos aparecen los anuncios de «se renta».

Una más es la Buenos Aires, en la calle de Motolinia casi esquina con 5 de Mayo, Cantina “la India” que por ahora no planea reiniciar actividades hasta que el semáforo epidemiológico de Covid-19 pase a verde, por lo que el mobiliario sigue dentro de la misma.

Estos lugares ofrecían el servicio de botana en cuatro tiempos, uno por copa; y en ellos se escuchaba la tradicional rockola o llegaba el trío para cantar a la pareja que cumplía un año más de noviazgo o al tomador solitario.

El Salón Luz es el que tenía por lo menos 100 años de dar servicio hasta que en diciembre del año pasado cerró sus cortinas definitivamente, aunque su nombre no ha sido borrado de su fachada, en la cual también se da a conocer que ofrecía música de salterio de miércoles a domingo.

Más de carácter popular, La Vaquita también era un negocio centenario que se hizo famosa por las tortas que vendía a los paseantes del Centro Histórico en una de sus ventanas, mientras que el interior del local ofrecía una botana variada con el sistema tradicional de tiempos por copa.

Sobre la entrada que estaba en la calle de Isabela La Católica se puede observar un mosaico con la estampa de un Sagrado Corazón atravesado por dos flechas y en la parte superior del inmueble la hornilla tradicional con una imagen religiosa.

La cantina cerró sus puertas en junio del año pasado y desde entonces el local se encuentra en renta y se presume que su mobiliario ya no se encuentra ahí.

Una de las cantinas que ya no reabrió sus cortinas más recientemente fue La India, y junto a la entrada que daba a República de El Salvador tenía una imagen del Santo Niño Cieguito, que se venera en un templo de Morelia, Michoacán.

Fotos de héroes revolucionarios, de la Ciudad de México y un retrato a lápiz de una indígena adornaban sus paredes, mientras que su mobiliario se componía de la barra tradicional, gabinetes y mesas.

Asimismo, daba servicio los 24 de diciembre, porque platicaban los meseros, no faltaba aquella persona que vivía solo y no tenía donde celebrar la Nochebuena.

Por último,  La cantina  “Buenos Aires” se encuentra cerrada desde el inicio de la pandemia y se presume que podría no abrir más. Esa cantina, con cerca de 70 años de vida,  fue inaugurada cuando todavía había circulación de automóviles en la calle de Motolinia, la cual ahora es peatonal.

El local, donde ahora se ubica, era una carpintería, luego se abrió la cantina, a la que le puso ese nombre porque al lado había un hotel llamado así, que dejó de funcionar para dar más espacio a la cantina.

En un tiempo fue sede de presentación de libros o se impartían pláticas sobre las cantinas desaparecidas del Centro Histórico y héroes revolucionarios, entre otros temas.

Era una de las cantinas preferidas del escritor y periodista Eusebio Ruvalcaba, autor de Música de cortesanas y Lo que necesitas es una bicicleta, quien pedía un Johannes Brahms, que no era otra cosa que un whisky JB.

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